¿Qué diría Velázquez si no te viera
pintar, con lo bien que lo has hecho?
¿Y Goya? Se enfadaría, si se entera,
y te lo diría enojado, tomándoselo a pecho.
Sacúdete de encima los traumas y vete fuera
a ejercer cuanto antes tu derecho.
Aparca la escoba y saca de la nevera
naturalezas muertas que den provecho
como vivos bodegones a una cocinera.
Has de volver al trazo del pincel estrecho
y olvidarte de ser una mera barrendera.
¿No crees que Sorolla se sentiría insatisfecho
si, en vez de artista, fueras costurera?
No subas a la escalera a pasarle el plumero al techo
y lánzate sin espera a tu pictórica carrera.
Deja ya de cambiar la colcha al lecho
y pon a esa extensa paleta como bandera,
recupera de nuevo ese espíritu maltrecho
que ha sido abandonado por la faena casera.
Así que dibuja, pinta, crea sin despecho
ni temor de que alguien no te quiera.